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Respetar a la tierra como a una divinidad más


Brasil no puede ni debe explicarse sin la memoria, la lucha actual y los planes de futuro de las comunidades indígenas. Estaban antes de los conquistadores y siguen estando ahora. Para ponerse al día y conocer más de cerca a los pueblos originarios es recomendable –aunque complejo– acceder a su literatura, las historias que cuentan en primera persona. Es cierto que en la tradición de las comunidades indígenas tiene un enorme peso la cultura oral, pero podemos –y debemos– ir creando una biblioteca de obras imprescindibles en las que sumergirnos.


Una de esas obras obligatorias es A terra dos mil povos: história indígena brasileira contada por um índio, de Kaka Werá Jecupé (Editora Fundação Peirópolis, 1998). Nada de lo que nos explicaron en los libros de historia en España –podríamos decir Europa– figura en sus páginas. Kaka Werá Jecupé –que además de autor es activista social y político– relata los hechos, las fechas, las eras, desde una perspectiva absolutamente desconocida para los no indígenas. No nos hemos resistido a traducir libremente para esta reseña este párrafo iniciático:


“Las diversas tribus se comunicaban, cada una a su modo, con los espíritus de la naturaleza y sus divinidades, es decir, con las otras formas de vida: los seres de la tierra, del agua, del fuego y del aire; los espíritus superiores –seres trueno, seres estrella, seres arco iris–; los espíritus intermedios ­­–el pueblo planta, el pueblo piedra y los animales. Desarrollaron la sensibilidad para sentir, y contactar e interactuar con las energías de la tierra, respetándola como a una divinidad más”.


[Fotografía: Laure Vieira/ Fotos Públicas].

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