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Cultura contra Temer, contra el Golpe, contra el poder


Hoy la cultura brasileña vuelve a luchar contra Michel Temer, contra el Golpe y contra el poder. Porque ese es uno de los cometidos de la cultura: la pelea. Hacer sentirse incómodo a todo aquel que hace daño al pueblo. Eso es lo que sucede en Brasil desde finales de 2015, y lo que sigue sucediendo ahora que Temer respira más y mejor porque el Parlamento brasileño ha decidido no investigar las denuncias de corrupción que le colocan entre la espada y la pared. ¿Cómo iban a acceder a investigarle aquellos diputados que colaboraron y respaldaron el golpe institucional contra la presidenta Dilma Rousseff? "Primero iremos a por Dilma, luego a por Temer y luego a por el resto", decían, para disimular un poco la estrategia traidora. Y muchos de los ciudadanos que apoyaron el golpe les creyeron. Ya lo ven, solo querían recuperar sus privilegios.

La cultura, como sucedió el año pasado, tiene el deber de volver a levantar la voz ahora. El prólogo del ebook Brasil, Golpe de 2016, sigue vigente como todos los demás capítulos de aquella obra. Porque las razones siguen estando muy claras y porque la manera en que el Parlamento brasileño ha salvado a Temer es una prueba más. Siempre, aunque les moleste, tendrán a la cultura en su contra.

TRISTE PRÓLOGO (incluido en el ebook gratuito Brasil, Golpe de 2016).

Hace unos días, un ciudadano brasileño, una persona aparentemente normal a la que conozco desde hace años, me respondió –ante la pregunta de cómo veía la actual situación en su país–: “El problema de Brasil es que hay mucho pobre chupando de la bolsa”. Efectivamente, para una buena parte de la población brasileña –la élite y las clases más pudientes– el problema es que ahora en Brasil todos comen.

El ciudadano en cuestión se refería sin piedad al programa social “Bolsa Familia”: una ayuda económica mensual a las familias más desfavorecidas que va desde los 77 reales (18 euros) hasta los 177 (43 euros) dependiendo del número de hijos. Cualquiera que conozca un poco Brasil sabe que esto no es una opinión aislada.

Los sucesivos gobiernos de Lula da Silva (2003-2010) y Dilma Rousseff (desde el 2011), del Partido de los Trabajadores, han sacado de la pobreza, según varias fuentes oficiales, a más de 35 millones de personas. Su red de programas sociales (Mi Casa-Mi Vida, Brasil sin Miseria, y el propio Bolsa Familia, entre otros) es ejemplo en medio mundo. Su política de cuotas en la universidad y el programa de intercambio Ciencias sin Fronteras han democratizado algo tan fundamental como la educación.

Todo esto es complicado de aceptar y asumir por parte de los poderosos grupos económicos y mediáticos brasileños. No esperaban, al parecer, que el pueblo reeligiera a Dilma, que volvió a ganar las elecciones a finales de 2014 con 54 millones de votos, en un resultado ajustado, ya con la crisis golpeando duro y el Caso Petrobras (mancha política a nivel global) invadiendo las portadas.

Dilma venció pero tuvo que pactar con el mismísimo diablo para sacar adelante el gobierno. El emblema de la mujer luchadora, honesta, fiel guerrillera que peleó contra la dictadura y que nunca delató a un solo compañero a pesar de las torturas, no ha sabido nadar entre las pirañas del Congreso. Entre los grupos de presión evangélicos, del agronegocio, de la industria del armamento, etc. El diablo –personificado en los oscuros Michel Temer y Eduardo Cunha– la traicionó desde el mismo instante en el que tomó el mando de su segunda legislatura, el 1 de enero de 2015. Jamás aceptaron la derrota. Este impeachment –en el que se busca un delito en unos supuestos maquillajes fiscales, tan comunes en empresas, ayuntamientos y gobiernos que no se hacen ni a escondidas– siempre fue su plan B para derrocarla. Una tercera vuelta de las elecciones que perdieron. Unas elecciones indirectas. Un Golpe institucional. Un Golpe de Estado.

Este prólogo es triste, pero más triste y delicado es el prólogo de la joven democracia brasileña. Y más angustioso es ver cómo algunos diputados dedican su voto en el Congreso a favor de este Golpe contra Dilma a los militares torturadores del Golpe del 64.

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