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Esos días, extraños días...

Actualizado: 23 sept 2020


Sobre el asesinato de Marielle Franco y otras cosas más.

Soy una mujer negra. Y es desde esta perspectiva que empezaré a encadenar algunos pensamientos sobre cómo he estado viendo estos días aquí en Río de Janeiro, ciudad donde nací y vivo, desde la terrible noche del 14 de marzo, ese miércoles que tanto nos marcó.

Elaboré algunas reflexiones sobre cómo la noticia del asesinato de Marielle me impactó. Y al leer otros textos y mensajes, algo que me llama la atención es que ella, en su trayectoria como parlamentaria, se encontraba, en el ser y en el hacer, empapada de esa fuerza del afecto ancestral. Son numerosos los relatos y fotografías de gente que conocía su sonrisa ancha, su presencia, su amistad. “Quien es de verdad sabe quién es de mentira”, y ella tenía verdad en la mirada y en las acciones. Esa mujer era uno de aquellos eslabones que unían la ciudad –desde los policías efectivamente comprometidos con su misión hasta los vecinos de la periferia, al pueblo del terreiro, a las mujeres, a la población LGBT–, y por ello su asesinato a causado tamaña conmoción.

En lo que respecta a las necesidades de las mujeres negras, su mandato demostraba preocuparse con las cuestiones relacionadas a la representatividad, con varias iniciativas para aumentar la participación femenina en la política institucional, y de prestigio a la cultura negra, trayendo iconos nuestros para el espacio de la Cámara. ¿Cómo no recordar la emoción del debate “Eu, Mulher Negra, Resisto” (Yo, Mujer Negra, Resisto), en el que se entregó una medalla a Conceição Evaristo, exponente de nuestra literatura, y que contó con la presencia de otras mujeres negras de trayectoria igualmente brillante, como Ruth de Souza, Mãe Meninazinha de Oxum y Jurema Werneck? Y el orgullo de la condecoración entregada a Dida, propietaria e idealizadora de un espacio que es un verdadero polo de enaltecimiento a la cultura negra, el Dida Bar e Restaurante, que además de gastronomía fomenta diversas actividades culturales –mi ‘cacho de África’, como suelo decir–. ¿Y el homenaje a Mãe Beata? Además de eso, se posicionó como voz firme en defensa de los derechos reproductivos y de la salud de la mujer, luchó por la visibilidad lesbiana y contra la violencia de género.

Marielle fue asesinada al regresar de un evento fomentado por su mandato, en colaboración con la Casa das Pretas, de nombre “Jóvenes Negras Moviendo las Estructuras”, título que evoca la célebre frase de Angela Davis: “Cuando la mujer negra se mueve, toda la estructura de la sociedad se mueve con ella, porque todo es desestabilizado a partir de la base de la pirámide social donde se encuentran las mujeres negras”. Fue allí, debatiendo sobre la representatividad junto a jóvenes negras del área de cultura, en un local de producción de acogida y de saberes femeninos y negros, su última aparición pública, que también formaba parte de las actividades de los 21 Días de Activismo Contra el Racismo, un momento de confluencia de acciones promocionadas en diversas localidades del país por activistas y colectivos negros.

Su falta es intensamente sentida y no hay duda de que la coherencia de su trayectoria ha sido el motor que ha impulsado la onda de dolor e indignación que ha desencadenado tantas manifestaciones en el país y alrededor del globo. Además de gran representatividad como concejala –la quinta más votada–, su consistente actuación en defensa de los derechos de tantas y tantos –de las mujeres, de la población negra, del pueblo de la santería, de los vecinos de las favelas, de la población LGBT– llevó a las calles a aquellas y aquellos que apoyan esas luchas.

En este momento, desde varias partes de Brasil estamos unidas para evitar lo que sería una segunda muerte de Marielle, luchando para rechazar diversas acusaciones calumniosas que están siendo divulgadas con objetivo de manchar su honor, ocultar el carácter político de su asesinato y desacreditar las causas a las cuales Marielle dedicó su vida. Es el esfuerzo de la gente común y de abogados voluntarios contra webs de extrema derecha y personas que, por desinformación o mala fe, propagan mentiras sobre su actuación y la lucha por los derechos humanos en Río de Janeiro y en Brasil.

Es prematuro hablar sobre el legado de Marielle, sin embargo algunas cosas son ciertas: su expresivo número de votos, su trayectoria como concejala e incluso las manifestaciones tras su asesinato nos dan la certeza de que crece el repudio a las opresiones (machista, racista, lgbtfóbica) y al genocidio cotidiano del pueblo negro y pobre de las favelas, sea por la falta de respeto y letalidad de la actuación de las fuerzas de seguridad, sea por la no atención desde el Estado de las necesidades de salud, educación, cultura y ocio, entre otros, del pueblo de las periferias. Marielle vive como un símbolo de todas esas luchas.

Finalizo con las palabras de Conceição Evaristo:

Não, nós nos negamos a acreditar que um corpo tombe vazio e se desfaça no espaço feito poeira ou fumaça adentrando-se no nada dos nadas nadificando-se

Por isso, na solidão desse banzo antigo rememorador de todas e de todos, os que de nós já se foram é no espaço de nossa dor que desenhamos a sua luz-mulher – Marielle Franco – E as pontas de sua estrela enfeitarão os dias que ainda nos aguardam e cruzarão com as pontas das pontas de outras estrelas, habitantes que nos guiam, iluminando-nos e nos fortalecendo na constelação de nossas saudades.

- Valeria Lima es negra, feminista, traductora y estudiante de Máster en Lingüística Aplicada (Universidade Federal do Rio de Janeiro).

- Traducción: Aline Pereira da Encarnação.

- Foto: de la web de Causa Operária. Concentración en memoria de Marielle, en Alerj - Río de janeiro.


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